La viruela es una enfermedad contagiosa, producida por el virus viruela del tipo orthopoxvirus. La variola es la forma más severa del virus, del cual hay cuatro cepas: la ordinaria (es la más frecuente); leve (ocurre en personas vacunadas); lisa (severa y usualmente mortal); y hemorrágica (severa y usualmente mortal). Esta enfermedad se transmite por contacto cercano, sus síntomas son erupción grande, fiebre alta, cansancio, dolores intensos de cabeza y la espalda, ceguera; y su tasa de mortalidad es del 30%. La infección por factores naturales ha sido erradicada, sin embargo, existe riesgo epidemiológico relacionado con el bioterrorismo. La viruela se clasifica como un agente de Categoría A (amenaza potencial para un impacto adverso a la salud pública y tienen un potencial de propagación a larga escala entre moderado y alto). El tratamiento en general es sintomático y la única prevención es vacunarse.

La vacuna contra la Viruela

Durante un brote o una emergencia, la vacuna contra la viruela puede proteger a las personas que están expuestas al virus. La vacuna está hecha a partir de un virus denominado Vaccinia, el cual es el componente viral vivo de la vacuna y es similar al virus de la viruela con efecto menos nocivo. El origen exacto de la Vaccinia virus es desconocido, pero se especula que fuera originalmente aislado de los caballos. La razón por la que se utiliza como vacuna es porque la infección producida por este virus produce una respuesta inmune que protege a la persona contra la viruela.

Uso de la Vacuna en el laboratorio

La exposición involuntaria a la Vaccinia virus puede provocar una infección y generar complicaciones graves en personas con factores de riesgo subyacentes. La exposición accidental a la Vaccinia puede ocurrir a través del contacto directo con el virus por medio gotitas por las membranas mucosas o heridas de la piel con partículas infecciosas, la ingestión, la inoculación parenteral, o inhalación de aerosoles. Las diferentes cepas del virus Vaccinia utilizadas en entornos clínicos y de investigación presentan diferentes niveles de riesgo.

Las vacunas son productos biológicos y se obtienen a partir de organismos vivos para ello, entre otros requisitos deben realizarse en atmósfera controlada y en estrictas condiciones de asepsia. La fabricación de una vacuna es un proceso complejo con varias etapas de control riguroso permanente, con el fin de garantizar los máximos estándares de calidad y seguridad en las materias primas, equipos, procedimientos empleados y productos finales. Para hacer uso de virus Vaccinia y de los vectores del virus para el desarrollo de vacunas en el laboratorio, es necesario tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

• Utilizar equipo de Protección Personal (PPE) Requerido como lo son la bata de laboratorio, los guantes (nitrilo estándar o látex), los lentes de seguridad y máscara N95.
• Se recomienda el uso de una cabina de seguridad biológica (BSC) Clase II certificada para la administración y manipulación del virus Vaccinia. 
• Los animales deben alojarse en microaisladores o jaulas de contención similares. Se necesita una cabina de seguridad biológica (BSC) al abrir jaulas y manipular a los especímenes.

Beneficios de la Cabina de seguridad Biológica Clase II

Esta cabina está diseñada para proteger a los trabajadores de los materiales que emplea y para al mismo tiempo, proteger dichos materiales de la contaminación externa. Es una cabina brinda protección y seguridad ante riesgos al operador y al ambiente, con procedimientos asociados al manejo de material infeccioso o materiales biológicos peligrosos (excepto materiales radiactivos, tóxicos y corrosivos). La protección que ofrece al trabajador está basada en la dinámica de los fluidos, ya que  aseguran un flujo de aire limpio y sin turbulencias.

En las Cabinas de Seguridad Biológica (BSC) Clase II, el área interna de la cabina es recorrida por un flujo laminar vertical, formando una barrera de aire entre el frontal y el flujo de aire estéril.  Poseen un sistema de ventilación y disposición de filtros (filtrado HEPA), para asegurar que todas aquellas zonas del circuito de aire contaminado se mantengan a presión negativa y no escapen al exterior de la cabina. Se clasifican según el volumen de aire recirculado en Tipo A (70% en volumen) y tipo B (30% en volumen).

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